
11 de octubre de 2008/ Por: Rosario Pérez
¿Cómo afronta la hora del adiós?
Se mezclan los sentimientos de tristeza y alegría al aproximarse esa fecha tan deseada de decir adiós en mi tierra de Murcia, al lado de mi gente. Voy a echar mucho de menos esto, pero mi intención es no volver.
¿Cuándo sintió la llamada de la retirada?
Son varias señales. Pero la definitiva son mis hijas. Esta profesión es muy celosa de todo y requiere entrega total. El año pasado, cuando desperté de la cornada de Murcia, mi madre me pidió que tuviese más cuidado. Y no olvido la imagen de mis niñas en el hospital. Es la parte dura, aunque ellas se han hecho muy aficionadas y esta temporada se han hinchado de dar vueltas al ruedo.
¿Se va muriendo el valor de tanto usarlo en múltiples batallas?
Por el agujero de las cornadas se va el valor, y son muchas las que tengo: casi treinta. Pero sobre todo hay un desgaste emocional por la presión de ganarme con un triunfo la corrida del día siguiente. Haberlo mantenido durante quince años es casi un milagro. He matado casi 800 corridas, con alrededor de 400 puertas grandes.
¿Qué faena se lleva en el corazón?
Hay muchas; tal vez, la del toro de Palha en el marco incomparable de la Maestranza. También guardo tardes en Bilbao, Pamplona, Madrid y especialmente en Murcia, la plaza donde he cuajado más toros.
¿Alguna espina?
No. Sólo me falta la foto de la Puerta Grande de Madrid, pero moralmente es como si la hubiese abierto. He cortado ocho o nueve orejas, y ese currículum no lo tienen todos.
Como broche, se encierra con seis toros, alguno de divisas significativas como la de Victorino.
No vuelvo la cara a ganaderías duras que han sido santo y seña en mi carrera. Quería hacer este gesto. En mi tierra tenía una cuenta pendiente: matar seis toros. En Murcia he vivido una historia de amor sin crisis. Necesitaba devolverle su cariño y su apoyo. Y lo haré en una corrida benéfica para asociaciones con las que colaboro, especialmente de niños.
¿Estrenará vestido?
Dos: uno blanco y oro, que era el traje soñado cuando quería ser torero, y otro grana. Será un fin de fiesta muy especial.
Si su carrera se rodase en una película, ¿qué título pondría?
La vida es bella, o al menos para mí lo es por elegir esta profesión. Lo más grande que se puede ser es torero, y yo me sentiré torero siempre.
pinche sobre el titulo para ver mas sobre la actualidad taurina.
¿Cómo afronta la hora del adiós?
Se mezclan los sentimientos de tristeza y alegría al aproximarse esa fecha tan deseada de decir adiós en mi tierra de Murcia, al lado de mi gente. Voy a echar mucho de menos esto, pero mi intención es no volver.
¿Cuándo sintió la llamada de la retirada?
Son varias señales. Pero la definitiva son mis hijas. Esta profesión es muy celosa de todo y requiere entrega total. El año pasado, cuando desperté de la cornada de Murcia, mi madre me pidió que tuviese más cuidado. Y no olvido la imagen de mis niñas en el hospital. Es la parte dura, aunque ellas se han hecho muy aficionadas y esta temporada se han hinchado de dar vueltas al ruedo.
¿Se va muriendo el valor de tanto usarlo en múltiples batallas?
Por el agujero de las cornadas se va el valor, y son muchas las que tengo: casi treinta. Pero sobre todo hay un desgaste emocional por la presión de ganarme con un triunfo la corrida del día siguiente. Haberlo mantenido durante quince años es casi un milagro. He matado casi 800 corridas, con alrededor de 400 puertas grandes.
¿Qué faena se lleva en el corazón?
Hay muchas; tal vez, la del toro de Palha en el marco incomparable de la Maestranza. También guardo tardes en Bilbao, Pamplona, Madrid y especialmente en Murcia, la plaza donde he cuajado más toros.
¿Alguna espina?
No. Sólo me falta la foto de la Puerta Grande de Madrid, pero moralmente es como si la hubiese abierto. He cortado ocho o nueve orejas, y ese currículum no lo tienen todos.
Como broche, se encierra con seis toros, alguno de divisas significativas como la de Victorino.
No vuelvo la cara a ganaderías duras que han sido santo y seña en mi carrera. Quería hacer este gesto. En mi tierra tenía una cuenta pendiente: matar seis toros. En Murcia he vivido una historia de amor sin crisis. Necesitaba devolverle su cariño y su apoyo. Y lo haré en una corrida benéfica para asociaciones con las que colaboro, especialmente de niños.
¿Estrenará vestido?
Dos: uno blanco y oro, que era el traje soñado cuando quería ser torero, y otro grana. Será un fin de fiesta muy especial.
Si su carrera se rodase en una película, ¿qué título pondría?
La vida es bella, o al menos para mí lo es por elegir esta profesión. Lo más grande que se puede ser es torero, y yo me sentiré torero siempre.
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